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Pioneros vascos en la vitivinicultura argentina. Los Arizu y los Goyenechea (II/II)

Pedro Antonio LOPEPÉ IRIART

5. Bodegas Arizu

A comienzos del siglo XIX se producían en Navarra entre 375 a 400 mil hectolitros de vino. En los años ochenta la producción rondaba el millón de hectolitros.

La vitivinicultura representaba en vísperas de la filoxera a mediados de la década del noventa, poco menos de un 40% del producto agrícola total, habiendo partido en 1857 de una proporción inferior al 20%. A partir de 1880 hubo un considerable crecimiento en la zona de Tafalla, aunque también en Tudela y Estella.

La comunicación ferroviaria de la red Norte, que unía directamente las zonas productoras de caldos de alta graduación (Tudela, Tafalla) con la frontera francesa, lograron el mejoramiento de la comercialización del vino de mesa respondiendo a las necesidades del mercado internacional conmocionado por la drástica reducción de la producción de uva en Francia por la expansión de la filoxera.

El entusiasmo exportador navarro hacia Francia se focalizó en un bien intermedio como el “vino de pasto”, empleado en el punto de destino como materia prima para la elaboración de vinos de mezcla. “El vino de pasto es un vino de graduación alcohólica no muy alta y de sabor seco. Entre 1877 y 1887 la vitivinicultura navarra se encontraba en la edad de oro. La bonanza provocada por la exportación cesó a partir de la década de 1890 por la replantación de las viñas filoxeradas en Francia. Ello ocasionó que los precios se deprimieran. Por ende, se puede afirmar que Balbino y sus hermanos no abandonaron una industria en crisis.

La inmigración

El afán de “mejorar de fortuna”, era el motivo principal de emigración de acuerdo a la documentación que se completaba para salir del país. La ubicación estratégica del País Vasco en las vías de comunicación permitió mejores contactos con la información proveniente de los puertos o a través de los Pirineos, entre los vascos de ambos lados de la frontera.

Foto: CC BY - VinoFamily

A comienzos del siglo XIX se producían en Navarra entre 375 a 400 mil hectolitros de vino.
Foto: CC BY - VinoFamily

Una de las causales del proceso migratorio vasco fue la forma característica de transmitir el caserío y sus tierras, cuya unidad no debía romperse. En el sistema de “herencia troncal”, generalmente los matrimonios eran de conveniencia y lo más habitual era que el heredero elegido (en la mayoría de los casos el hijo mayor) recibiera, al casarse, la propiedad inmueble y sus padres quedaban viviendo bajo su amparo. Los hermanos no herederos tenían derecho a pedir su dotación por lo que había que llegar a un acuerdo con ellos. En algunas oportunidades, se dejaba afuera al hijo más emprendedor para que fuera a probar fortuna a América.

Cuando, como era tradición entre los vascos, fue a la feria de Tafalla de 1882 se encontró con Bernardino Izuel, un “pariente” de origen zaragozano que había traído de Argentina un lote de mulas para vender y que entusiasmó a Balbino.

Las tierras eran pocas para tanta familia. Se podía buscar un paisaje similar con montañas que se recostaban hacia el oeste y con una llanura inmensa hacia el este para vender sus productos.

La aldea de Untzue y la ciudad de Mendoza están casi a la misma altura sobre el nivel del mar. Balbino partió del puerto de Barcelona, por lo que es evidente que cumplió el servicio militar o pagó para evitarlo un resarcimiento en metálico. Debe asimismo suponerse que no se había casado.

La vitivinícultura mendocina

A su arribo a Mendoza en 1883, la vitivinicultura estaba dando sus primeros pasos, protegida por el estado nacional y provincial que promovía el cambio de una economía basada en la ganadería comercial a otra, sustentada en la agroindustria para abastecer el mercado nacional en formación.

El ingreso de inmigrantes como consumidores y como activos laborales y la carencia de barreras de entrada, permitió el establecimiento de viñedos de mucha mayor escala que los de los países de origen. En el caso argentino debemos sumarle el proteccionismo tarifario y las políticas públicas tendientes a la sustitución de importaciones.

La empresa Arizu se incorporó a una industria naciente que estaba buscando su perfil dentro de la dicotomía “calidad vs. cantidad”.

La calidad no fue para los Arizu la principal preocupación. Sus inversiones estuvieron orientadas a procesar mayores volúmenes de uva, pero también diversificaron su cartera de productos. Esto les requirió importantes inversiones en vasija vinaria, a la par de la iniciación en la elaboración de vinos finos, de champagne, de mosto concentrado y de jugos de uva mejorando la variedad de sus cepajes y distribuyendo estratégicamente sus viñedos para aminorar el riesgo de accidentes climáticos.

Desde los momentos iniciales de la fundación de la industria era creencia generalizada que la viña era un negocio millonario. Las elites tradicionales diversificaron su capacidad económica invirtiendo en la modernización del viñedo y en la ampliación de la superficie cultivada. A esta incipiente burguesía se le unieron empresarios de origen extranjero. Aquí comienza la historia de la empresa Arizu.

Llegó a Mendoza en 1883 con 25 años, a trabajar en Rivadavia con Izuel, especialista en riego. No se conoce su grado de parentesco real, pero se trataban como “primos” y se acompañaron en la vida empresarial.

Foto: CC BY - Miradas.com.br

Los Arizu se iniciaron también en la elaboración de vinos finos, de champagne, de mosto concentrado y de jugos de uva mejorando la variedad de sus cepajes.
Foto: CC BY - Miradas.com.br

De una empresa familiar a una Sociedad Anónima

En 1884, al año de haber llegado, Balbino se asoció con Manuel Basterra, un paisano relacionado con familias importantes de la ciudad vasca de Vitoria y formaron la firma “Arizu y Cía.” con el objetivo de realizar negocios de vino y bodega. Basterra murió en la epidemia de cólera en 1886, por lo cual Balbino disolvió la sociedad.

La muerte de su socio motivó el llamar a sus hermanos Clemente y Sotero (segundo y cuarto en la descendencia familiar). Se conoce que los tres trabajaron con Tiburcio Benegas y alquilaron en 1887 una bodega a Ramón Quiroga y se dedicaron a la comercialización de vinos. En estos años los Arizu no solo tomaron contacto con las particularidades de la actividad vitivinícola de su nuevo terruño, aprovecharon también para construir un entramado de relaciones con conocidos representantes de la sociedad y la economía de la época.

La situación política en Mendoza en 1889 era inestable. El 6 de enero, soldados leales al Coronel Rufino Ortega iniciaron una revolución para derrocar al Gobernador Tiburcio Benegas. De noche los revolucionarios intentaron tomar la residencia del mismo a los tiros. Sólo los ruegos de Pepita, la hija menor de Don Tiburcio, lograron detener a Clemente, Balbino y Sotero Arizu que preparaban fusil en mano la resistencia desde los techos.

Muchas de las relaciones comerciales y laborales que se iniciaron en ese momento se conservaron a lo largo de los más de treinta años analizados. Para esos años, los libros de la sociedad, muy caseros, elementales y ricos en información, dan cuenta de una organización simple que estaba muy lejos del emporio en el que se convertirían después. Mucho trabajo familiar, la reventa de algunos insumos traídos desde Buenos

Es posible, que Tiburcio Benegas fuera quien actuó como introductor de los Arizu en estas redes.

Decidieron convertirse en accionistas del Banco Provincia creado en 1888. Balbino se desempeñó durante dieciséis años como Director del Banco Provincia de Mendoza. Su situación económica se consolidó con el casamiento de Balbino en febrero de 1889 con Martina Basaure. En marzo de 1889, los tres hermanos integraron formalmente una empresa familiar cuya razón social fue Balbino Arizu y Hnos. dedicada a la explotación de vinería, arriendos de viña y potreros, con una duración de tres años prorrogables.

El manejo de la empresa estaba en manos de unos pocos, que eran del círculo íntimo de paisanos y parientes: Leoncio Arizu, Gaudencio Hugalde, José Zabalza, Cesáreo Ramírez, Laureano Gorriz, Antonio Vidal, José Iracheta y Claudio Erice. Leoncio era sobrino, Hugalde y Vidal eran navarros y el resto pertenecía a familias de Untzue. Estos fuertes lazos personales implicaban compromisos laborales flexibles y con gran capacidad de control sobre el resto de los empleados.

Este fue el periodo de mayor crecimiento de la empresa en cuanto a capital, ya que en 1904 conformaron una sociedad solidaria, que conservó el nombre de la anterior, que se hizo cargo de su activo y de su pasivo y que incorporó a Jacinto, otro de los hermanos, en lugar de Clemente, fallecido en 1887.

En 1908 constituyeron una sociedad anónima cuyos objetivos seguían limitados a la explotación vitivinícola. Esta estrategia de cambio organizacional constituyó una manera de resguardar parte de los bienes familiares acumulados hasta ese momento, ya que solamente el 39% de los mismos fue comprometido en la sociedad con terceros, aunque la producción de los viñedos propios de los socios, debía ser llevada y vendida a las bodegas de la sociedad. Por otra parte, y no la menos importante, la S.A. se conformó para dar un nuevo empuje a las actividades a través de la incorporación a la firma de sus principales distribuidores de vinos. Los hermanos Mercado, eran los principales distribuidores de sus vinos en la provincia de Buenos Aires y en la Capital Federal, con quienes habían firmado en un momento un contrato de exclusividad.

Los Estatutos fueron aprobados por el Ejecutivo por decreto del 31/12/1908. La Sociedad Anónima fue la etapa más provechosa de la empresa Arizu. Sus estrategias para conseguirlo fueron el liderazgo en costos, la diversificación de la cartera de las inversiones y su inserción en la comunidad.

La situación señalada, sin embargo, no hizo variar la cultura empresaria de los periodos anteriores: las decisiones, al menos las estratégicas, dependieron exclusivamente del propietario fundador.

En 1907 se donó al Consejo Nacional de Educación poco más de una hectárea para una escuela y en 1910 otra propiedad similar para una Comisaría en Carrizal, Luján, demostrando su vocación por insertarse en la sociedad mendocina.

Foto: CC BY - Miradas.com.br

Mendoza, Argentina.
Foto: CC BY - The Daily Ornellas

A partir de 1887, momento en que se constituyó la Sociedad Balbino Arizu y Hnos. se produjo una sostenida y estratégica capitalización de la misma, a través de la compra de fincas en distintas zonas de la provincia, con tierras cultivadas o cultivables, es decir con derecho de riego o no, y a través de distintos tipos de operaciones. Su principal estrategia innovadora en cuanto a la integración hacia atrás en el proceso productivo fue la compra de grandes paños de tierras en Villa Atuel, a precios muy baratos en relación a otras zonas de Mendoza y en donde el mediador o el vendedor fue Izuel.

El álbum del Centro Vitivínicola de 1910 refiere que Izuel vivía en San Rafael desde 1870 y se había dedicado a las obras de riego. Había realizado en Francia estudios sobre irrigación y tuvo a su cargo la extensión de la red de riego en el sur mendocino, cuyos honorarios el gobierno canceló con tierras, muchas de las cuales fueron vendidas a los Arizu. Entre ambos donaron tierras para la fundación de Villa Atuel.

El Copiador de Cartas de 1894 muestra los distintos pasos de la estructuración del mercado de vinos. Los vinos vendidos eran mayoritariamente franceses, aunque se pedía carlón y también grappa y anisado. En 1896 se notó una importante ramificación y ampliación de los canales de venta y distribución. Se había ganado el mercado de la Capital Federal, extendiéndose hacia el norte hasta Tucumán. En 1910, las ventas se habían expandido por Santa Fe, Córdoba, Río Negro y Neuquén.

Con el objetivo de asentarse en el corazón del mercado consumidor, en 1922, bajo la gerencia de Sotero Simón Arizu, se habían comprado 12.500 metros en La Paternal, Capital Federal, para depósito y bodega, con desvíos al Ferrocarril Pacífico.

La mayoría de los clientes denotaban claramente sus orígenes vascos o navarros como Egusquiza, Maiztegui, Ezquerra, Iñiguez, Ormaechea, Eizaguirre. Esto hace presumir que las redes de paisanaje operaban como articuladoras de relaciones comerciales. Los lazos eran tan fuertes que hay documentación de archivo que muestra que algunos de estos comerciantes llevaban dinero al padre de los Arizu, en Navarra.

Cuando murió Sotero, a los 42 años, esa rama de la familia sufrió un profundo impacto económico y vio truncado su porvenir. Su esposa Balbina Villasante heredó de su esposo un importante activo, superior al del propio Balbino, que alcanzaba los $5.997.798,63, parte del cual lo integraban las propiedades La Perla, Villa Sotero Arizu, Villa Blanca, y Colonia Etelvina (todas sumaban 3.259 has), un sitio en ciudad y la bodega Atuel en construcción con 3 cuerpos de bodega, edificio para prensa, etc.

También tenía acciones de la S.A. por un valor de $18.606,80, así como de otras empresas.

De sus relaciones con la familia de su esposo da cuenta un poder especial conferido por Balbino Arizu (en representación de Bodegas Arizu) a favor de dos abogados para que la demandasen por cobro de pesos procedente de un saldo que adeudaba la Sucesión de Sotero Arizu y de cuyo pago “la expresada Sra. se había hecho cargo”.

Casi diez años más tarde, en 1925, cuando Balbina falleció esa rama de la familia se había descapitalizado notablemente. Cada hijo recibió un capital en acciones de la S. A. de $ 133.146, al que se le hicieron algunos descuentos. Con la muerte inesperada de Sotero, se quebró la trayectoria más promisoria de los hermanos Arizu. El capital de casi seis millones de pesos que dejó se había reducido a 6 hijuelas de $133.146.

La biografía familiar, favoreció a Balbino, que durante 53 años creó y sostuvo un emporio vitivinícola sin que nadie pudiera disputarle el lugar de patriarca. Tampoco tuvo hijos, lo que era previsible por su casamiento con una mujer “mayor” y que tampoco había tenido descendencia con su primer marido. La reproducción económica había sido prioritaria a la familiar.

Balbino llegó a ser el tercer empresario vitivinícola del país.

Los tres hermanos más importantes de la saga crecieron dentro de la empresa, pero también fuera de ella, donde cada uno armó su propio grupo familiar. La excepción fue Balbino, el mayor, quien contrarió un mandato que ya constituía parte del imaginario colectivo de la industria: “la viña se planta siempre pensando en los hijos”. Sin embargo, su elección matrimonial, con quien seguramente no le daría hijos, fue el arranque de la empresa.

Si pensamos en un proceso migratorio en busca de tierras cultivables, el objetivo fue plenamente cumplido. La empresa, y la familia llegaron a tener inmensos paños de viña a través de compras que superaron las 19.500 has. Si la meta era la producción de vinos y la llegada hasta los más lejanos puntos de venta del mercado interno, su inserción como los terceros productores del país a partir de la primera década del siglo XX, no permite dudas.

Untzue y la peña del mismo nombre

Untzue y la peña del mismo nombre.

Los pioneros:

Balbino Arizu (Untzue 1858-Mendoza 1936)

Arizu en euskera significa robledal. En Valdorba, Navarra , en pleno corazón del País Vasco se levanta una aldea llamada Untzue. Allí estaba la casa Lepuzain donde vivían Juan José Arizu y su mujer María Labiano con sus diez hijos. Los Arizu Labiano estaban asentados desde el año 1600 en Navarra y emparentados entre sí desde varias generaciones:

Uno de los hijos del matrimonio Ambrosio, nacido 7 de diciembre de 1833, casó en 1856 con su prima Eusebia Labiano. La pareja se fue a vivir a Lepuzain. De dicho matrimonio nacieron once hijos. Balbino (1858), Juan Clemente (1859), Lucio Prudencio (1861), Eusebia Vicente (1863), Sotero Miguel (1866), Jacinto Prudencio (1868), Eustaquia Micaela (1870), Luciana (1873), Antonio (1875), Isidro (1876) y María Dolores (1879). Eustaquia Micaela y Luciana se hicieron monjas. Lucio Prudencio, Antonio, Isidro y María Dolores parecen haber fallecido tempranamente.

Constituían una familia numerosa que vivían junto a un peñón de casi mil metros de altura, y que en la actualidad tiene solamente 132 habitantes.

Los Arizu vivían muy cerca del cruce de los caminos entre Pamplona y Tafalla. Ambrosio en varias hectáreas de tierra cultivaba un viñedo con buenas uvas, olivos, almendros, castaños y criaba cochinillos, gallinas. Tenía cien vacas y quinientas ovejas. Allí mismo se elaboraba el vino y el aceite. Era fama en el lugar que el vino de Ambrosio era muy bueno.

El invierno de 1880 fue desastroso en Valdorba. Murieron muchos animales por el frío y los lobos dieron cuenta de los sobrevivientes. Ese año no se hizo vino ni aceite y no hubo carne ni lana para enviar fuera del pueblo. El invierno de 1882 también fue muy crudo.

Balbino nació el 31 de marzo de 1858. Fue bautizado en la Iglesia de Santa Catalina, Muniain de Guesalaz. Untzue, comarca de Tafalla, situada a 21 kilómetros de Pamplona históricamente era vascófona. Actualmente (2010) tiene 133 habitantes y pertenece a la zona no vascófona.

Se embarcó a la Argentina en el buque Fivaller para llegar a Buenos Aires el 8 de julio de 1883. Era una de las 127.177 personas que salieron de Navarra entre 1861 y 1930. Cuando subió al Fivaller no se diferenciaba del común de los resto de los emigrantes: hombres (89,2%), solteros (89%), agricultores y de una edad que oscilaba entre los 20 y 25 años (36,2%). Llega a Mendoza luego de recorrer el tramo desde Villa Mercedes (San Luis) en carreta. Comienza a trabajar en la bodega “El Trapiche” (familia Benegas). Unos años más tarde llegan sus hermanos Clemente (fallecido en 1889) y Sotero (1865/6-1912). Se funda “Arizu Hnos” en 1888.

Balbino y sus hermanos sabían leer y escribir en un medio donde el 64% de la población era analfabeta y donde el sufragio universal estaba recién entrenado, ya que fue en la Constitución de 1869 cuando por primera vez se reconoció el sufragio universal masculino. No estaban aislados, ya que el telégrafo (1882) y el teléfono (1885) comunicaron a Navarra con el resto del país y luego con el mundo. A mediados del XIX, había llegado a Pamplona el ferrocarril lo cual fue un gran avance para abrir las comunicaciones con el exterior, para el comercio, la industria y la cultura.

El 13 de febrero de 1889 se casa en la parroquia de San Vicente con Martina Basauri, viuda adinerada de 39 años de edad. Para la boda vino su padre Ambrosio Arizu. Martina se había casado, en agosto de 1884, en primeras nupcias con Gaspar Jordán, quien falleció el 17 de enero de 1887, a los 51 años de edad, a causa de cólera morbus.

En el inventario de la sucesión de su primer marido figuraba dinero en efectivo, semovientes, pipas, bordalesas, barriles, alambique, carros, cubas, herramientas, etc. A Martina le correspondió dinero ($ 9496), vajilla, una propiedad en el departamento y una propiedad en la calle Las Heras 430 de la ciudad de Mendoza.

Martina fallece el 23 de noviembre de 1914, a los 64 años de edad. Por su expediente sucesorio, documento existente en el Archivo Histórico Mendoza, sabemos que Martina como heredero universal de sus bienes a Balbino por un valor de $ 89.782,90 sensiblemente menor a lo dejado por Sotero Figuraban como bienes propios: una casa en calle Las Heras que fue refaccionada y una finca de 4.080 m2 en Godoy Cruz, terreno inicial para la bodega.

Untzue Casa Ayerra

Untzue. Casa Ayerra, del siglo XVI, con portada apuntada y escudo en la clave. Presenta un segundo escudo, de la segunda mitad del siglo XVI, sobre el balcón.

Balbino vivía con su hermana Eusebia Arizu de Garde y sus hijos. En 1889 volvió por primera vez a Navarra a visitar a sus padres. En 1900 realiza su segundo viaje a su viejo hogar, poco antes que falleciera su madre. Su padre ya había fallecido. En 1914 Balbino viajó a España y fue condecorado por el Rey Alfonso XIII con el título de Caballero de la Real Orden de Isabel La Católica.

En 1928 realiza su último viaje a Untzue. En su pueblo donó la casa paterna en nombre de todos sus hermanos. El día 31 de marzo de 1936, después de festejar con su familia su cumpleaños número 78, Balbino se fue a dormir la siesta y no despertó.

Lo heredaron sus hermanas Eusebia Arizu de Garde, Sor Eustaquia, Sor Luciana y los hijos de Sotero y Jacinto Arizu, ambos fallecidos.

Sus bienes eran un inmueble en Villa Atuel de menos de tres hectáreas, otro en la calle de San Martín de 500 metros y la casa de la calle Las Heras. También dejó acciones de la S.A. Azucarera de Cuyo, de la Compañía de Electricidad Los Andes, de la Cía. de Seguros San Martín, de “El Diario Español”, de la Cía. de Seguros “La Mercantil Andina”, de la Compañía Minera “Las Picazas”, de la Compañía Argentina de Teléfonos, del Banco Español del Río de la Plata, de la Compañía Italiana “Ital Cable”. A ello debe sumarse sus acciones en Bodegas Arizu.

La empresa quedó en manos de Sotero Simón, hijo de Sotero y casado con una prima hermana, con la que no tuvo descendencia y quien, al fallecer en 1955, fue sucedido por dos hijos de Jacinto, Ernesto y Ambrosio.

Juan Clemente Arizu (1859-1889)

Hermano de Balbino, Sotero y Jacinto.

Sotero Miguel Arizu (1866-1912)

Hermano del anterior. Fue bautizado en la misma iglesia que su hermano Balbino el 22 de abril de 1866. Se casa con Balbina Villasante de cuya unión nacieron seis hijos. Murió muy joven. Tuvo un papel decisivo en la trayectoria del grupo Arizu, opacado por la figura de Balbino, una especie de patriarca.

Muniain de Guesalaz. Iglesia parroquial de Santa Catalina

Muniain de Guesalaz. Iglesia parroquial de Santa Catalina.

Sin embargo, otra es la historia que cuentan los descendientes de Sotero, en quien hacen recaer la responsabilidad de haber iniciado las actividades del grupo. Según ellos, fue el cuarto hermano en la línea familiar el primero en llegar a Mendoza trabajando como obrero del ferrocarril. Su partida de España había tenido que ver con su lugar en la descendencia y con una mala relación con Balbino.

El único capital que trajo fue una moneda de oro, que parece que nunca quiso cambiar. Trabajó como carrero de Honorio Barraquero y llego a tener su propia tropilla. Las noticias sobre las posibilidades de progreso económico que llegaban a través de las cartas a sus padres, fueron el desencadenante para que Balbino se trasladara a Mendoza y se asociara a su hermano.

La temprana muerte de Sotero truncó un futuro que comenzó como el más promisorio entre los hermanos. Entre 1908 y 1911 compró 3.040 Hectáreas en San Rafael y 340 en Luján, más otras operaciones que totalizaron 3.386 Hectáreas por un valor de $ 1.080.308,50. Los problemas por la sucesión descapitalizaron esta rama de la familia, que hacia 1920 había vendido 4217 Hectáreas.

Jacinto Prudencio Arizu (1868-1926)

El 15 de agosto de 1889 falleció Juan Cemente. Fue llamado Jacinto hermano de Balbino y Sotero. Jacinto Prudencio contrajo matrimonio con Dámasa Zabalsa, de cuya unión nacieron 7 hijos. Jacinto fue el que mas operaciones por fuera de la Sociedad realizó. En un total de 26 operaciones de compra y venta, llegó a acumular 1.843 hectáreas, invirtiendo $364,237.

Leoncio Arizu (1883-1962)

En la aldea de Untzue, en la Valdorba (Navarra) nace Leoncio Arizu, hijo de Saturnino Arizu y Juana Uriz. Llega con 7 años, en 1890, a la Argentina, donde lo recibe su tío Balbino. Desde su llegada se fue interiorizando de las actividades familiares y a partir de 1908, a los 25 años de edad comenzó a trabajar como gerente de la bodega familiar. Se compran maquinarias de labranza de avanzada y se trae personal de Inglaterra. En 1922 se casó con Juana Larrea. Tuvo cinco hijos: Ana, Rosa, Juana, Saturnino y Enrique y se dedica a sus propios negocios. Fue fundador de las Bodegas Arizu que adquirió un volumen importante. Hoy continúa la misma manejada por sus descendientes quienes elaboran los renombrados vinos Luigi Bosca.

Bibliografía

AGIRREAZKUENAGA ZIGORRAGA, Joseba “Bilbao desde sus alcaldes. Diccionario biográfico de los alcaldes de Bilbao y gestión municipal en tiempos de revolución democrática y social”. Volumen 2 (1902-1937), Bilbao, 2003.

BILBAO DESDE SUS ALCANCES, Volumen II 1902-1987. Diccionario biográfico de los alcaldes de Bilbao.

FAMILIA GOYENECHEA, Newsletter, diciembre de 2010.

LOPEPE IRIART, Pedro Antonio “Los vascos y su papel preponderante en la política y economía de Salta en el Siglo XIX”.

LOPEPE IRIART, Pedro A., “Los antepasados vascos de Julio Cortazar”, Riev 55- II, 2010.

LOS VASCOS EN LA ARGENTINA, Fundación Vasco Argentina “Juan de Garay”, Tercera Edición, Buenos Aires, 2006.

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